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Un misionero en el campo

  • 8 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 11 abr 2020


"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios". Hechos 20:24

Aunque muchos tienen a los misioneros como personas que tienen el privilegio de conocer otros países, puedo decir que es mucho más que eso. Aun es mucho más que ir a otras culturas a hablar de Jesús. En verdad implica tener una convicción de dejarlo todo por amor a Su nombre. Entonces se requiere amar a Dios por sobre todas las cosas y al mismo tiempo tener la seguridad que es Dios el que te ha llamado al campo misionero.


Podrás decir que Dios si quiere que vayas, lo cierto es que Dios a todos no nos dio los mismos dones, ni el mismo llamado; esto nos lleva a la conclusión que hay cosas que como hijos debemos hacer de forma general, mientras que otras están diseñadas para personas especificas con un propósito.


Estoy segura que no es lo mismo servir en tu propia cultura, cerca de tu familia y tener la oportunidad de disfrutar de tu país. A diferencia de dejar tu casa, tu comida, tu cultura, tus amigos, todo para ir a un lugar que quizá sea desconocido, lejos de todos, para volver a construir relaciones y cultivar de forma especial una dependencia sobrenatural para con Dios. Aún cuando tus recursos no son estables, cuando tu futuro no pisa humanamente en tierra firme, en el campo misionero sólo es confiar que el dueño de tu futuro está en Aquél que te llamó.


Algo más, se piensa que quien hace misiones va a ser usado por Dios; esto es claro, pero antes de preocuparse por dar a otros, todo campo misionero es una oportunidad para conocer a Dios de formas que nunca imaginaste y también es una oportunidad de dejar que el Señor de tu vida escriba tu historia, tu diario misionero.


Nada de esto suena fácil, pero una cosa sé, y es que Dios cuida fielmente de las personas que llama, las capacita y aun en los momentos en que la tormenta se pone en su máximo esplendor, Él, nuestro Dios, nuestro Señor y Padre, seguirá cuidando y siendo fiel.


Piensa en esto: ¿Ya sabes qué propósito tiene para ti?


Por Andrea Moreno May

 
 
 

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