El efecto de la oración en el cristiano ¿Qué sucede después de orar?
- Andrea Moreno May
- 19 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 26 jun 2020

La oración es una herramienta poderosa para el cristiano. Por medio de la oración podemos hablar con Dios aquellas cosas que están en nuestro corazón. Aunque sabemos que Dios sabe todas las cosas, a través de la oración podemos decirle nuestro dolor, nuestros miedos, aquellos anhelos del corazón, le hablamos sobre las cosas que no entendemos de la vida, entre otras cosas.
Pero ¿Qué es lo que debe suceder en el cristiano después de orar? Esta pregunta surge porque es muy frecuente que el cristiano luego de orar, sigue con un corazón angustiado al sentir incertidumbre sobre lo que pasará. Esto ocurre porque empieza a experimentar ansiedad al desconocer la respuesta de Dios a su oración, y el corazón empieza a perturbarse y, por ende, deja de experimentar paz. Por esto, en esta oportunidad estaremos meditando sobre lo que debe suceder en el creyente después de orar. Para esto, reflexionaremos en un episodio de la vida de una mujer mencionada en la Biblia, esta mujer es Ana.
En el primer libro del profeta Samuel, en el capítulo uno, se relata la historia de la mamá del profeta, Ana. La historia inicia contando el sufrimiento de Ana porque no podía tener un hijo. La infertilidad producía en Ana un dolor profundo que le quitaba el hambre y hacía que llorara constantemente.
En una ocasión Ana fue ante la presencia del Señor, llorando amargamente y le pidió un hijo. Después de orar, la Biblia dice que la oración produjo en ella algo que nos enseña hasta el día de hoy sobre lo que debe suceder en el creyente luego de orar. En 1 Samuel 1:18 se menciona tres cosas que sucedieron en Ana luego de presentar su petición al Señor. A continuación vamos a detenernos en cada una.
“—¡Oh, muchas gracias! —exclamó ella. Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste”. 1 Samuel 1:18 (NTV)
La primera cosa que produjo la oración en Ana fue agradecimiento [1 Samuel 1:18]. La respuesta para la petición de Ana fue un sí, con el pasar de los meses tuvo a su hijo Samuel en sus brazos, cumpliendo así el anhelo de su corazón. Al igual que Ana, hoy seguimos llegando a la presencia de Dios para pedir algunas cosas que nacen de nuestra “angustia y profundo dolor” [1 Samuel 1:16b]. La diferencia es que Dios en Su soberanía no siempre responde como a Ana, con un sí. A veces Dios en su respuesta dará un no o es posible que sea un sí pero que aún no sea el tiempo. Pero, sea cual sea la respuesta del Señor, debemos agradecer al Él por lo que responderá, como menciona el apóstol Pablo en su carta a los filipenses [Filipenses 4:6]
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias”. Filipenses 4:6
Una de las cosas que debe suceder en los hijos de Dios después de orar es agradecer por Su respuesta aunque no la conozcamos. Agradecer sin ver no implica que Dios hará lo que yo quiero, agradecer luego de mi oración es el reflejo de mi confianza al saber que Su respuesta será la mejor, porque Él sabe lo que más me conviene. Nuestros pensamientos son limitados [Isaías 55:8-9], pero Dios conoce el pasado, presente y futuro de Sus hijos; Sólo Él sabe lo que es mejor para nosotros.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Isaías 55:8-9
En segundo lugar, Ana volvió a comer [1 Samuel 1:18]. Una de las cosas que produce la oración en el creyente es un cambio de conducta. En momentos, por causa de esperar algo de parte de Dios nuestra actitud es quedar inquietos y nuestro estilo de vida se ve afectado por la ansiedad. En el caso de Ana, dejó de comer. De igual forma a veces reaccionamos de la misma manera y/o dejamos de hacer cosas. Debemos comprender que, de nada sirve preocuparnos y tener estas reacciones que finalmente no podrán alterar la respuesta de Dios, ni la situación por la cual se está atravesando [Mateo 6:27].
“¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?”. Mateo 6:27
Por último, Ana dejó de estar triste [1 Samuel 1:18]. La oración en el creyente debe producir fe y confianza en Dios, y esa fe y confianza producirá una paz que sobrepasa todo entendimiento [Filipenses 4:7]. No hay forma de orar y seguir con el mismo estado anímico que teníamos antes de llegar a la presencia del Señor.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:7
Cuando llegamos al Padre por medio de la oración nuestros pensamientos de desesperanza cambian por la esperanza de saber que tenemos a un Dios que es soberano y que no pierde el control. Cuando estamos seguros que Dios sabe todas las cosas, comprenderemos que Él obrará conforme a Sus propósitos, y Su respuesta será la mejor. Debemos confiar en Sus promesas y en Su poder; esto produce paz a nuestro ser. Debemos confiar que todo lo que Él hace es para nuestro bien [Romanos 8:28].
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos”. Romanos 8:28
Nunca veamos la oración como una forma de manipular el obrar de Dios, es imposible que el hombre sepa más que el Señor de todas las cosas. Somos limitados pero nuestro Creador no. Él conoce muy bien todo, aunque nosotros no podamos entender todo lo que ocurre; en verdad, hay cosas que no nos compete entender.
Es la confianza en Dios lo que nos ayudará a experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento, finalmente Él promete que guardará nuestros pensamientos y emociones cuando llegamos a Su presencia con la actitud correcta; esto es confiar plenamente en que Él hará lo mejor ¡Andamos por fe y no por vista!
“Y caminamos guiados por la fe y no por lo que vemos”. 2 Corintios 5:7
Piensa en esto:
1. ¿Qué produce en tu vida orar, llegar a la presencia de Dios? En ocasiones nuestras ganas de tener el control y querer manipular la respuesta de Dios es lo que no nos permite experimentar esa paz. Comprendamos que es imposible decirle a nuestro Creador qué hacer. Preguntemos a Él ¿Qué quieres hacer en medio de cualquier situación?
2. Luego de orar, confía en tu Padre Celestial, agradece, sigue caminando en fe y experimenta la paz que sobrepasa todo entendimiento, esa paz que sólo Él te puede dar.
Autor Andrea Moreno May
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