Ser antes que hacer: una vida a los pies de Jesús
- Andrea Moreno May
- 17 abr 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 may 2020

Una de las formas de responder al amor de Dios es a través del servicio. Cuando servimos podemos glorificarlo y así cumplimos con la misión que se nos ha encomendado; hablar a otros de Jesús y edificar Su Iglesia. Entender que fuimos llamados por el Creador de este universo, y que nos incluyó en Sus planes es un gran privilegio.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. Efesios 2:10.
Cuando Jesús estaba en la tierra, llamó a Sus discípulos y los involucró en el trabajo que realizó en el mundo, usándolos en varias ocasiones para que se acercaran a la multitud por medio del servicio. Luego de Su muerte y resurrección, encomendó a Su Iglesia la gran comisión para que pueda ser sal y luz en el mundo, y así mostrar a las naciones quién es Él y el plan de salvación diseñado para la humanidad.
Los discípulos no sólo servían a Jesús, Él creó una relación con ellos dándose a conocer y usó esta intimidad para mostrar lo que estaba en el corazón del Padre. Adicional a esto, con varios personajes de la escritura hizo visible que disfrutar de Su presencia y escuchar Sus palabras es lo mejor que podemos hacer, incluso antes de cualquier acto de servicio.
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3
Para analizar esto, recordaremos una visita hecha por Jesús a las hermanas de Lázaro, Marta y María. Visita en donde el Maestro nos dará una lección sobre lo que Él espera hasta el día de hoy, luego de recibirlo como el Señor y Salvador de nuestra vida. Leamos:
“Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!”. Lucas 10:38-40 NVI
En esta porción de la historia de Marta y María encontramos dos tipos de personas: Las primeras, son aquellas personas que con buenas intenciones abren su corazón a Jesús, y estando Él en sus vidas se preocupan más por hacer cosas buenas para el servicio de la obra del Señor, en donde adicional a sus ocupaciones, exhortan a otros a hacer las mismas cosas. El segundo grupo de personas, son las que al recibir a Jesús en sus vidas, son cautivadas por la presencia del Señor y deciden primero aprovechar al Maestro. Estas personas entienden que tener a Jesús en sus vidas es un privilegio, que no hay nada que puedan hacer que sea más importante que conocer a Jesús, y en este proceso de escuchar al Maestro son transformados, llegando a conocer el propósito del Padre en Sus vidas, incluyendo las obras que Él preparó de antemano para que puedan andar en ellas.
Entonces ¿Hay algún problema con el servicio de Marta? ¿Hay algún problema en que hoy sirvamos a Dios? Antes de responder esto, miremos la respuesta de Jesús a Marta luego de pedirle que llamara la atención a su hermana por no ayudarle.
“—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará”. Lucas 10:41-42
Al igual que Marta y María, Jesús en algún momento entró a nuestras vidas, pero está vez, Él llegó para quedarse y hacer morada en nosotros. Con Su llegada, una de las cosas que intentamos hacer es servirle, y en ocasiones, imitando las obras de Jesús en la tierra, nos encontramos lejos de conocer al autor y dueño de la obra. Servimos siendo de bendición a otros sin experimentar una transformación de vida; transformación que solo puede darse conociéndolo más por medio de tiempos de intimidad con Él y a través del conocimiento de Su palabra.
Sólo estando a los pies del Maestro, como lo hizo María, podemos escucharlo y ser enseñados, y así poder servirle. Pero antes Jesús anhela prepararnos y darnos lo necesario para poder dar a otros de aquello que sólo Él puede dar. Un servicio a Dios lejos de Él puede convertirse en un obstáculo para que finalmente estemos estancados en los afanes de esta vida.
Pero ¿Por qué ocurre esto? En nuestro caminar con Cristo somos motivados para cumplir Su palabra; esto incluye llevar a otros el evangelio y al mismo tiempo poder ser usados por Él en Su Iglesia; por medio de los dones y talentos que Él dio. Pero el gran dilema es ¿Cómo servir al Señor si no escucho lo que Él Señor de mi vida espera de mí? ¿Cómo se Su voluntad si no lo conozco primero? Y peor aún, ¿cómo puedo hacer cosas para Él, lejos de Él?
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
María decidió estar a los pies de Cristo, ella sabía que Jesús no era cualquier visita, ella sabía que necesitaba algo y que sólo el Maestro se lo podía dar. Ella decidió parar en medio de sus afanes diarios y dedicarse a disfrutar de la presencia de Aquél que lo llena todo, de Aquél que con Sus palabras de vida eterna podía transformar su ser y al mismo tiempo, podía darle una guía, una enseñanza, un consuelo, la paz que sobrepasa todo entendimiento, y todo aquello que sólo Jesús puede dar.
Ahora, volvamos al inicio, Jesús quiere usarnos para el servicio de Su obra, pero hemos reflexionado que sin conocerlo y separados de Él nada podemos hacer. Podríamos preguntarnos entonces en este momento ¿Estamos enfocados más por servirle que por oírle? ¿Estamos afanados por hacer cosas antes que en ser como Él?
Él hoy espera que estemos a Sus pies meditando en Su palabra para conocer aquello que Él ama y aborrece. Meditando en Sus mandatos y guía para nuestro caminar diario. Meditando en conocerlo más para que podamos obedecerle a Su manera y no ser como el rey Saúl, que obedecía bajo sus propios criterios, pensando que con la excusa de hacer algo para glorificar a Dios, le daba el derecho de obedecer a medias; siendo luego exhortado por el profeta Samuel y desechado por Dios.
Debemos entender que estar a Sus pies y escucharlo no es una opción. Servir a Jesús lejos de Él nos convierte en líderes de proyectos que favorecen al prójimo igual como el mundo ofrece, y al mismo tiempo nos aleja de ser aquello que Él espera que seamos. Aprovechemos bien el tiempo para volver a lo secreto. La Biblia dice que en el secreto, en Su presencia, podemos conseguir lo necesario para que Él sea glorificado en público.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Mateo 6:6
Piensa en esto: ¿Estás afanado y turbado? ¿Estas invirtiendo tu tiempo para conocer más del Señor y ser aquello que Él espera de ti? ¿El servicio a Dios está siendo más importante que Él Dios a quien sirves?
Recuerda: Ser es primero que hacer, finalmente muchos harán en Su nombre, pero esto no implica que sean Sus hijos, y mucho menos que sean aquello que Él espera.
“—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará”. Lucas 10:41-42
Autor: Andrea Moreno May
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