¿Qué más me falta? Ama al Señor con todo tú ser
- Andrea Moreno May
- 24 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 8 may 2020

Muchas iglesias hoy se llenan con personas que buscan conocer de Jesús. El problema de muchos es que cuando perciben que seguirlo implica renuncia, aun teniendo buenas intenciones en buscar a Jesús, deciden dar marcha atrás, manifestando que se sienten imposibilitados para dejar algunas cosas en su vida.
De igual forma, cuando Jesús estuvo en la tierra, muchos querían conocerle. En una ocasión la Biblia relata la historia de un joven que tenía muchas riquezas. Un día corriendo, llega a Jesús, y exaltándole, le pregunta: Maestro bueno ¿Cómo puedo obtener la vida eterna? Jesús le responde que para obtener la vida eterna tenía que cumplir los diez mandamientos. Luego, el joven le contesta: “… Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?”, Mateo 19:20
Al ver Jesús que el joven no había comprendido lo que significa guardar los mandamientos, le vuelve a dar otra respuesta, esta vez, apuntado de forma directa al gran obstáculo que tenía para seguirlo y le dice: “… Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”, Mateo 19:21. Al escuchar estas palabras, el joven se fue triste porque entendió que para seguir a Jesús tenía que entregar sus riquezas.
Pero ¿Qué fue lo que el joven no comprendió? ¿Qué quería decir Jesús a este joven con entregar sus riquezas? Antes de responder esto, veamos cómo Jesús resume la ley dada por Dios. Leamos Mateo 22:37-40 NVI
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”.
Cuando Jesús le dice al joven que debe guardar los mandamientos, en verdad quería mostrarle la esencia de la Ley de Dios. Los diez mandamientos son normas dadas por el Creador, que muestran cómo Él espera que actuemos ante Él, ante los hombres y ante nosotros mismos. Jesús los resumió de esta manera: ama a Dios sobre todas las cosas, luego ama a las personas como a ti mismo.
El Hijo de Dios al conocer el corazón del joven, y luego de escucharlo afirmar que guardaba los mandamientos, le pide entregar aquello que estaba siendo el obstáculo principal para que no cumpliera el gran mandamiento dado por Dios, de amarlo sobre todas las cosas. Por esta razón le pide entregar todas sus riquezas, revelando al joven que sus posesiones era lo que más amaba.
Este joven representa a muchos. Hoy un gran número de personas siguen con buenas intenciones a Jesús. Pero como sucedió con el joven rico, Jesús por medio de Sus palabras sigue recordando lo que espera de nosotros; esto es que podamos amarlo sobre todas las cosas.
En ocasiones, en la vida del hombre hay cosas que poco a poco van ocupando el lugar que le pertenece a Dios. Cosas que deberían ser añadiduras se convierten en dioses como: personas, ministerios, dinero, incluyendo el amor propio, entre otras cosas. El orden es claro: ama a Dios sobre todo, luego al prójimo como a ti mismo.
El no amar a Dios me imposibilita amar a otros y amarme a mí mismo. Es imposible dar a otros de lo que no se tiene. Únicamente podremos amar cuando somos enseñados por Dios, entendiendo que el amor hace parte del fruto del Espíritu Santo, es decir, que por sí solos no estamos capacitados para amar.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Gálatas 5:22-23
Otro obstáculo del hombre es cuando se ama a si mismo más que a Dios, trayendo como consecuencia querer cumplir su propia voluntad. Un ejemplo de esto es, cuando hace cosas en nombre de Dios, pero lo único que busca es que el reconocimiento sea para él, y de esta forma, quita toda posibilidad de glorificar a Dios por medio de su vida.
“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”. Juan 3:30
Es posible que al igual que el joven rico con la boca se alabe a Dios de muchas formas. Es posible que se cumpla con muchas cosas que la palabra de Dios dice pero, hay una cosa cierta, si Dios no ocupa el lugar que le pertenece, siempre hará falta lo más importante; esto es, amarlo con todo el corazón.
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Apocalipsis 2:4-5
Si hoy pudieras analizar tu vida y preguntar a Jesús ¿Qué más me falta?, con seguridad lo primero que debes evaluar es si Él está ocupando el lugar que le corresponde como Señor y Salvador de tu vida. Quizá hay una sola cosa que no hayas entregado al Señor y hoy es el día para decidir que no hay nada, ni nadie que sea digno o merecedor de ser amado por encima de Aquél que lo dio todo en una cruz por amor. Recuerda que nada se compara con Aquél que se entregó para que podamos experimentar la plenitud del verdadero amor. Jesús espera que lo demos todo por Él y para Él.
Piensa en esto: ¿Qué más me falta? Amarlo sobre todas las cosas
“Y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios”. Marcos 12:33
Autor Andrea Moreno May
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