Cuida tu mente: Dime lo que piensas y te diré quién eres ¡Renuévate!
- Andrea Moreno May
- 29 may 2020
- 6 Min. de lectura

Al llegar a Jesús el hombre debe cambiar su antigua manera de vivir. Un estilo de vida que refleje a Cristo siempre hablará más fuerte que muchas palabras. El problema está cuando empezamos a preocuparnos sólo en cambiar aquellas cosas que son visibles ante los hombres, descuidando lo que no es visible en la vida. Entre esas cosas invisibles está la mente.
Existen varias excusas para dejar de cuidar los pensamientos que transitan en la mente. Algunos creen que pueden tener todo tipo de pensamiento, justificando que no pasará nada, porque jamás harían aquello que pasa por su cabeza. Otros, al saber que nadie puede conocer lo que piensan, dan rienda suelta a sus pensamientos, ignorando que Dios sabe todas las cosas. Nada podemos ocultar a Él.
Pero ¿Qué dice la Biblia acerca de los pensamientos del hombre? Hay muchas directrices dadas por el Señor sobre la manera de pensar. Uno de estos consejos está en el libro de Proverbios 4:23: “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida” (PDT). Entonces, si lo que pensamos es tan importante, al punto de controlar e influenciar nuestra manera de vivir ¿Cuántas cosas cambiarían en la vida del cristiano si obedece el consejo de Dios sobre el cuidado de la mente? Por eso, en esta oportunidad estaremos meditando sobre cómo impacta lo que pensamos a nuestra vida.
Para empezar, debemos resaltar que una de las cosas que Dios quiere hacer en Sus hijos es transformarlos. Pero ¿Por qué algunos se sienten estancados en su proceso de transformación? El apóstol Pablo afirmó en una de sus cartas, a los romanos, que la transformación sólo ocurre cambiando la manera de pensar, tal como se menciona en Romanos 12:2: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”. No hay forma de avanzar en el proceso de transformación y crecimiento en Cristo mientras continuemos pensado como un incrédulo. Debemos comprender que no se trata de simples cambios externos, se trata de ser transformados desde el corazón [Hechos 3:19].
“Por lo tanto, cambien su manera de pensar y de vivir, vuélvanse a Dios y Él les perdonará sus pecados”. Hechos 3:19 (PDT)
Cuando no se renueva la mente, las cosas que se dejan de hacer al llegar a Jesús, con el tiempo se convertirán en deseos enjaulados que jamás desaparecerán. Esto pasa porque la mente continua abrazando aquello que no es agradable ante el Señor. Todo esto convierte a la mente del creyente en su mayor campo de batalla. Quienes viven de esta manera, sólo es cuestión de tiempo para que en algún momento cedan a la tentación y, por ende, continúen satisfaciendo sus propias pasiones. Tristemente sin cambiar la manera de pensar no se puede experimentar la verdadera libertad que Cristo da.
“Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”. Juan 8:36
Los hijos de Dios deben tener presente que todo cambio empieza desde su manera de pensar. No se trata simplemente de dejar de hacer cosas. El Señor pide algo más a Sus hijos; esto es que lo amemos con todo nuestro ser. Amar y obedecer a Dios es de forma integral. Estamos llamados a amarlo con todo lo que somos. Él quiere que como hijos amemos lo que Él ama, y aborrezcamos desde nuestros pensamientos aquellas cosas que Él aborrece.
“El temor del Señor es aborrecer el mal. El orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, yo aborrezco”. Proverbios 8:13 (NBLA)
Debemos conocer más a Dios por medio de Su palabra y cultivar una intimidad con Él para poder discernir aquellas cosas que no le agradan. No hay forma de amar y aborrecer lo que Él ama y aborrece, ignorando Sus verdades. Adicional, debemos tener presente que el Espíritu Santo ayuda al creyente en la renovación de su mente, por si solo es imposible que comprenda las verdades del Señor. Cuando la renovación de la mente empieza a ocurrir, producirá transformación en la manera de vivir.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. Juan 16:13
Otro impacto en la vida del creyente al renovar su manera de pensar es que podrá conocer la voluntad del Señor. Jesús fue un ejemplo para nosotros, Él hizo la voluntad del Padre en la tierra [Juan 6:38]. Pero en cuanto a esto, debemos tener claro que no se trata simplemente de hacer las cosas que hizo Jesús. Debemos caminar bajo la guía del Padre en la vida, y de esta manera “Él producirá en nuestra vida el querer y el hacer por Su buena voluntad”, Filipenses 2:13. La renovación produce en el cristiano amor por lo eterno. Al ser renovados podremos cumplir una de las metas del creyente; esto es tener la mente de Cristo, tal como se menciona en 1 Corintios 2:16: “Como dice la Biblia: «¿Quién sabe lo que piensa el Señor? ¿Quién puede darle consejos?» Pero nosotros tenemos el Espíritu de Dios, y por eso pensamos como Cristo”.
“Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad”. Juan 6:38
El rey David pidió al Señor para que lo examinara, él entendía que el único que podía sacar a la luz aquellas cosas que ni él mismo podía percibir de su interior era Dios. Por eso, él oró de esta manera: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”, Salmos 139:23-24. Debemos disponer nuestro corazón, como el salmista, para que Dios examine lo más profundo de nuestro ser y, de esta manera, el Espíritu Santo nos pueda convencer de pecado, y podamos arrepentirnos para avanzar en el proceso de renovación de nuestra mente.
“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Juan 16:8
Es una decisión experimentar la renovación de nuestra manera de pensar. Nadie más puede administrar aquellas cosas que transitan en nuestra cabeza. El apóstol Pablo menciona que somos nosotros los que “destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo”, 2 Corintios 10:5. Las verdades sobre Dios y sobre lo que Él pide de nosotros están en Su palabra. También Él mismo nos enseña todas las cosas por medio de Su Espíritu Santo. Por eso, no debemos negociar con el pecado y con aquellas cosas que ya sabemos que no deben habitar en nuestra mente.
“Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por Él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Efesios 4:21-24
Adicional, el apóstol Pablo menciona una lista que servirá de guía y ayudará a evaluar aquellas cosas que están en tu mente. Leamos Filipenses 4:8-9: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”. Una forma de avanzar en el proceso de renovación de la mente, es evaluar lo que hay en ella. Todo pensamiento que no cumple con los estándares de Dios para Sus hijos debe ser desechado ¿Qué cosas podrías desechar de tu mente que no sea verdadero o justo o digno de ser alabado?
“«Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine”. 1 Corintios 6:12
Sumando a lo anterior, debemos saber que no es suficiente con eliminar pensamientos. Dios quiere que meditemos en Él y en Su palabra. Una de las herramientas del creyente es la Palabra de Dios. Con la palabra Jesús nos enseñó en el desierto que la única manera de derribar fortalezas y de combatir mentiras, es teniendo las verdades del Señor claras en la mente.
“Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento. Manténme fiel a tus enseñanzas para no pecar contra ti”. Salmos 119:11 (TLA)
Desecha todo aquello que no viene de Dios e incluye en tu manera de pensar Sus verdades. Medita, como el rey David, de día y de noche en Su palabra para conocer Sus verdades. No abraces aquello que el Espíritu Santo te ha convencido que no agrada a Dios, que Su palabra te indica que Él aborrece. Sólo renovando tu mente podrás ser transformado y, por ende, tu manera de vivir será transformada.
Piensa en esto:
¿Hay algo en tu mente que contradice una verdad de Dios y estás luchando con eso? No te enfoques en los dardos que llegan. Recuerda que el corazón también es engañoso. No centres la mirada en eso, afírmate en las verdades de Dios. Decide creer y confiar [2 Timoteo 3:16]
¿Estás cuidando tu mente? Recuerda, si no obedeces a Dios en esto, no podrás experimentar una transformación en tu vida. Ya sabes, tu mente terminará controlando e influenciando todo tu ser. ¡Empieza a vivir la libertad que Jesús te ofrece! ¡Renuévate!
Autor Andrea Moreno May
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